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En su lecho de muerte, la Reina hace prometer al Rey que no volverá a casarse hasta que no encuentre a una mujer que la supere en bondad y belleza. Años después, el Rey se da cuenta de que la sustituta perfecta de su esposa es su propia hija. El Hada de las Lilas, la madrina de la joven princesa, le aconseja que pida a su padre, como regalo, unos vestidos maravillosos, aparentemente imposibles de confeccionar. Pero como el Rey consigue los vestidos, la princesa le pide que le regale una capa hecha con la piel del asno banquero, principal fuente de riqueza del Reino.